Sigue siendo ella
Ella.
Simplemente ella para todo.
Día y noche es ella. A veces más, a veces menos, pero siempre ella.
Todos han oído hablar de ella, pero pocos la conocen. No existe un solo día en el que no se haga presente en aquellos que conviven con ella, en mi. A veces tímida y otras muy salvaje, pero siempre está ahí para mi, para recordarme que no piensa irse de mi lado.
En cualquier momento, da igual que sea oportuno o no, puede hacer acto de presencia y arrasar con todo aun cuando ni siquiera la espero, pero viene y me abraza. Y yo le correspondo casi sin querer.
Es en ese momento cuando solo escucho su voz y las del resto queda en un segundo plano. Todo deja de importarme, solo me importa ella y su discurso. Un discurso que yo ya sé, pero que siempre me recuerda hasta que soy capaz de repetirlo de manera inconsciente. Dejo de vivir por mi para vivir por ella entonces.
Toda mi vida, todo mi mundo queda anulado y nada tiene sentido. Nada excepto ella, que se sienta a mi lado y me coge de la mano para llevarme a un lugar oscuro, muy oscuro. Un lugar donde escucho voces constantemente que intentan poner luz a esa cueva, pero se entremezclan con su susurro que es más fuerte que todas las demás voces y a penas puedo prestarles atención. Mi cabeza da vueltas entre constantes contradicciones. Contradicciones de las que intento escapar dejando a un lado a mi fiel compañera, pero me vuelve a abrazar más fuerte aun y en lugar de seguir a esas voces de luz, las ignoro tapándome con fuerza los oídos y repitiéndome una y otra vez que si no las escucho no es verdad que existen, porque ella siempre me convence para que no la deje sola. Y siempre tiene razón.
Le encanta hablar y ser escuchada. Y tiene un gran poder de convicción sobre mí hasta que me hace muy pequeñita, casi insignificante y es entonces cuando fabrico una burbuja para mi, para llorar en silencio porque no encuentro la salida por más que intenten enseñármela. No hay solución, no hay futuro, no hay nada. Solo oscuridad y mi burbuja aislada de todo y de todos.
A veces me golpea sin manos, con una simple sonrisa capaz de dejarme sin respiración y todo y hasta sus golpes, pasado un tiempo dejan de tener sentido. Ni el mundo que me rodea, ni mis sueños, ni todo por lo que intento luchar, ni siquiera mi misma existencia tiene sentido.
Es entonces cuando me muestro ausente, cuando soy todo fachada, cuando espero que me tiendan una mano sin mediar palabra y al mismo tiempo sé que esa mano no me va a poder ayudar, porque no me entiende. No la escucha porque ella está en mi y solo yo puedo escucharla. Ella está en mi y solo yo puedo sentirla. Esta en mí y solo yo puedo acallarla, y a veces lo consigo y se hace débil. Y me engaño pensando que me ha dejado, pero en el fondo sé que ella es más fuerte que yo y que siempre vuelve, porque nunca me deja sola, esté dónde esté, sola en casa o rodeada de personas. Nunca avisa, simplemente viene y se repite el ciclo una y otra vez.
Una y otra vez. Y cada vez pega más fuerte, porque vuelve dónde ya sabe que me duele, dónde ya he intentado reconstruir, pero da igual las veces que me recomponga, da igual la forma en la que lo haga porque siempre sabe dar el golpe maestro para derrumbarme todo otra vez y al final se convierte en una lucha de egos, de blanco y negro, en la que ella juega con ventaja porque nunca tiene nada que perder y al final yo siempre lo pierdo todo.
No intentes entenderlo. Todo lo que digas, todo lo que hagas, va a servir de nada. Ella tiene más fuerza e ingenio que nadie que hayas conocido. Y lo hace muy bien, tan bien que vuelve loco a su acompañante y al mundo que le rodea. Nadie la comprende, ni siquiera yo, pero ahí esta sin dar tregua, sin querer despedirse o al menos no por mucho tiempo. Y mientras los demás se dan por vencidos, ella sigue a tu lado.
Comentarios
Publicar un comentario