Dualidad (Parte I)

Sumida en la oscuridad más triste y profunda, pude ver como una luz poco a poco emergía de la nada. 
Al principio un pequeño pero cálido punto brillante que poco a poco iba creciendo hasta que finalmente explotó cegándome por completo.

Intento abrir los ojos.


Los vuelvo a cerrar. Me ciega la claridad.


Los abro poco a poco.


Empiezo a ver borroso.


Los abro un poco más. Todo se va aclarando.


Y finalmente puedo ver otra vez.


Todo ha cambiado de repente, casi sin venir a cuento, casi sin quererlo y casi sin esperarlo. Pero casi, porque en el fondo de mí corazón era lo que quería y por lo que había luchado. No fué un golpe de suerte. O quizás sí, pero la suerte es para quien la busca y yo no dejé de perseguirla en ningún momento aunque muchas veces quisiera darme por vencida.
Mi problema siempre ha sido que no termino de creer que las cosas pueden ir bien. Espero intranquila el momento de volver a caer en ese agujero oscuro del que tanto me cuesta salir. Y me da miedo.
Me da miedo ser libre, ser feliz, ser yo simplemente. Me da miedo que caiga sobre mi la enorme responsabilidad de hacer feliz a alguien como tú, que se merezca todo de mí después de haber estado demostrando día tras día, minuto a minuto que no podía ser otra persona la que rompiera mi coraza, sanara mis heridas y me enseñara una definición más profunda del amor en estado puro.
Estoy tan segura de tí y al mismo tiempo tan insegura de mí que una vez más da miedo, pero ¿Sabes? No me importa, porque ese miedo me mantiene alerta para hacer las cosas tan bien como sepa, para hacer todo lo que este en mi mano y conseguir ver cada día esa sonrisa que me encanta y que quiero ver todos los días de mi vida de ahora en adelante. No quiero fallar, no esta vez, porque si no me perdono hacerle daño a cualquier ser humano, mucho menos a mi persona favorita.
No quiero prometer nada, simplemente quiero que lo veas con el tiempo. Que cuando eches la vista atrás te sientas orgulloso de lo que has conseguido en mí y de lo que he conseguido en ti. No tengo la formula para hacerte feliz, pero ese es mi objetivo.
Gracias por ser ese punto de luz que poco a poco ha crecido en mí hasta cegarme. Gracias por ser ese apoyo que no veía cuando solo había oscuridad. Gracias por ser mi mejor decisión y no apartarte de mi vista, porque cuando abrí los ojos tuve la visión más bonita de todas. Simplemente tú.

Comentarios

Entradas populares