El corazón del ángel caído

Nunca he creído en la bondad de los extremos. Tampoco en su maldad, a pesar de ser una persona bastante extremista en ciertos aspectos de mi vida, pero ¿quién no lo es en algún momento?
No quiero entrar en la no existencia o sí existencia de Dios, ya que a mí personalmente no me representa, pero sí conozco algo de su historia.

¿Alguien conoce al Diablo sin conocer antes a Dios? Puede parecer que quiero tratar temas religiosos, pero nada más lejos de la realidad. Antes de profundizar, es necesario saber un poco de esta historia y no quiero ejercer esta vez como abogada del Diablo, nunca mejor dicho. O escrito en este caso. Simplemente quiero hacer una pequeña reflexión y yo misma he tardado tiempo en comprender y aún a día de hoy, puedo decir que me cuesta.

El mismo diablo, antes de ser lo que hoy conocemos, fue un ángel que se reveló. Quiso ponerse a la misma altura de Dios, ser como él y debido a eso fue castigado y expulsado del paraíso, pero ¿de verdad eso es una razón de peso para verlo como la antítesis de todo lo bueno del mundo? 
No quiero decir con esto que defienda sus hazañas a lo largo de la historia, pero en la infinita perfección de Dios, hasta él mismo me parece un ser imperfecto.

Ahora traslademos esto al día a día del ser humano. En todas las cosas que pasan a lo largo de nuestro día ¿quién es bueno y quién es malo? ¿El bueno es quien quiere imponer su idea en otros a toda costa y el malo es quien decide pensar por sí mismo y no dejarse llevar por uno que dice estar por encima? ¿O es el malo quién intenta manipular y el bueno quién no se deja?. Nos empeñamos en ver la paja en el ojo ajeno y no ver la viga en el nuestro, en buscar la constante aprobación del resto para sentirnos respaldados y evitar los golpes, para escondernos en caso de caer en error y no tener que afrontar la dura realidad de que no somos perfectos como ese ser supremo que predica todos los buenos valores existentes en el mundo y es de todo menos humilde ya que el hecho de creerse por encima del resto me resulta un poco soberbio (uno de los siete pecados capitales curiosamente).

Quiero llevar esto más cerca de mí y decir que soy una persona por lo general, bastante comprensiva, pero si algo no digiero bien, son las injusticias en primer lugar y la ignorancia después, pero no menos importante. Precisamente, una cosa nos lleva a la otra y muchas veces ignoramos porque queremos, porque no nos interesa saber, porque es más fácil señalar y juzgar al diablo por ser diablo sin pensar que él igual también tuvo sus razones para hacer según qué cosas y quizás tampoco entendió por qué era tan malo querer ser igual de importante que el mismísimo Dios. Al fin y al cabo y aunque parezca atrevido por mi parte, pienso que cada uno es su propio Dios y creador de su propio universo y es un error enorme dejar a otro ente que sea el Dios de nuestra propia vida. Esto para mí no implica la negación de otros universos ni de otros dioses, porque cada uno libra su propia batalla, pero no por ello dejo de interesarme por ellas.

La injusticia se comete cuando el interés por una batalla que no es la nuestra, logra cegarnos hasta el punto de ignorar el resto de universos y todo lo que hay en el interior de cada uno de ellos, porque aunque seamos pequeños mundos independientes, todos formamos uno, gigante, enorme, que es el nuestro tal y como lo conocemos. Mundo que, nos guste o no tenemos que compartir con otros pequeños Dioses.
En resumen: La ignorancia lleva a cometer injusticias y las injusticias las cometemos por ignorantes. Sin más.

La vida no se trata de buscarse rivales, porque con nuestras propias dualidades, tenemos más que suficiente. No se trata de obtener la verdad absoluta para poder hundir al resto sintiéndonos así superiores porque no lo somos, de hecho con estas actitudes solo mostramos inferioridad. Somos pequeños dioses, sí, pero nadie dijo que fuéramos perfectos. No soy peor que nadie por haber querido ser feliz, por tener mi verdad sobre las cosas, por querer ser la dueña de mi vida. No tengo por qué ser juzgada, ni cuestionada, porque no se trata de que quiera destruir nada ni a nadie. Se trata de que quiero estar al mismo nivel que todos, no por debajo. Tampoco por encima. Se trata de que por rebelarme, me expulsaron también de un paraíso en el que quise estar y ya no quiero. Se trata de que un día lo disfruté y fui su ángel más hermoso, quizás el que iluminaba todo estando siempre en un escalón más bajo, asumiendo, respetando, asintiendo, tolerando y no juzgando, pero olvidé valorar mi universo por amar el de otros y nadie se preocupó de cuidar el mío. Se trata de que no quise cadenas que me atasen a no ser yo y a pelearme con mis principios y por ellos, dejé de ser la luz para ser todo lo contrario en ese mundo que no era mío y gracias a eso, quizás hoy me llamen ángel caído, pero no os confundáis y no veáis la maldad donde solo hay una opinión diferente, una vivencia para muchos desconocida y un sentimiento distinto que late en el corazón de un universo que no es el vuestro y juzgáis sin conocimiento de causa, porque por si aún no lo sabéis, hasta el diablo tiene corazón.

Comentarios

Entradas populares