Eres una marioneta
Sí, lo eres. Eres una marioneta.
No hagas si no te piden. No digas si no preguntan. No
muestres tus sentimientos porque no interesa. Preocúpate de hacer feliz al
resto, pero no importa si tú lo eres. Eres una marioneta.
¿Sufres? No importa. ¿Lloras? No importa. ¿Ríes? No importa.
¿Amas? No importa. No estás más que para satisfacer a todo aquel que coge tus
cuerdas para manipularlas, para bailar si así lo quiere, para caminar aunque
estés exhausto, para entretener cuando el aburrimiento llama a la puerta y para
guardarte en una caja cuando cumplas con tu deber, sin importar que harás
cuando te encierren entre cuatro paredes de madera. Sólo eres una marioneta.
Dejemos a un lado si caemos en manos de un ser con maldad o
de alguien que nos quiera, porque al final del día seguiremos siendo marionetas
y nos moveremos al son de la música que nos toquen. Puede ser que tengamos
suerte y que nos llenen de un amor que no pedimos, que cada noche al finalizar
el día, después de cumplir con nuestro propósito, nos metan en la famosa cajita
de madera con cariño, como si de un bebé se tratase. Puede ser que nos mimen,
nos intenten dar lo mejor, pero al fin y al cabo somos marionetas.
Marionetas que un día fueron personas con mucho que dar y
que, poco a poco nos han exprimido hasta dejarnos vacíos y aunque en nuestro
interior sigue quedando algo, lo que hemos podido guardar y recuperar de todo
lo que nos han quitado, nuestra mayoría está vacía. Nos resignamos como
marionetas.
Puede ser que tengamos mala suerte y nos traten como
escoria, que nos hagan bailar hasta que se cansen de dar palmas, aunque
tengamos los pies en carne viva, que líen nuestras cuerdas y nos dejen en un
rincón con una postura imposible,
dolorosa y retorcida. Tanto como sus mentes. Pasamos así días y noches
enteras, entumecidas, sufriendo y suplicando
que alguien nos ayude, pero nadie nos escucha, porque estamos mudas, vacías.
Tan vacías que en nuestro interior solo se aprecia nuestro propio eco.
Al final, aunque seas movida por otros, si no cumples con tu
cometido de muñeco manipulable, la culpa es de la marioneta, no de los dedos
que están al final de la cuerda, pero eso no importa. La marioneta no siente,
no sufre y no padece. Mejor culparla a ella que a quien la mueve, porque es un
muñeco vacío y no le va a importar, mientras que al humano que la maneja le
supone un cambio en su estado de humor diario. Pero eso no te tiene que
importar, porque eres una marioneta.
Si ese ser sufre, ríe, llora o ama, no tienes que hacer ni que sentir nada, no tiene que pesar en
tu conciencia de ser inerte, porque para ellos solo eres un muñeco y ellos para
ti solo son tus dueños. Ellos tienen el poder ¿y tú? Tú solo eres una
marioneta.
¿Cómo decir 'bonito texto' después del cruento contenido que expones?
ResponderEliminarEs un poco agridulce, sí, pero al fin y al cabo, creo que todos nos hemos sentido así alguna vez (o varias) y se puede llevar a muchos temas de actualidad, tanto personales como que nos implican a todos :)
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